05 marzo, 2013

Un mes de trabajo y lactancia



Parece mentira pero ya ha pasado un mes desde mi incorporación al trabajo. No ha pasado rápido, qué va. Cada día hasta que me he acostumbrado me ha parecido un mundo pero no solo por la penita de no estar con Pichuco, sino por lo duro que me parece combinar ambos mundos.

Ser madre y trabajadora es robarle horas al día en todas sus posibilidades. Me cuesta mantener el ritmo intenso del peque (ha descubierto el gateo y la movilidad, pero con muy poca estabilidad aún, así que me toca estar 100% junto a él con las manos totalmente dispuestas para cogerle en cualquiera de sus temerarios movimientos), y ahora todo es más complicado porque hay que sumarle la logística laboral con todo lo que supone.

Tengo reducción de jornada (no superaría esta etapa si no fuese asi, lo reconozco), pero no reducción de tareas (¿os suena?) así que tengo que trabajar más que antes, o más rápido.

El día se convierte en una especie de juego de ordenador multinivel, en el que superas una tarea y pasas de pantalla. Todo va encadenado... si no me despierto a la hora exacta, o tardo más en vestirme y salir de casa.. llego más tarde a trabajar... tengo que salir más tarde... tengo que hacer la comida más tarde... paseamos más tarde... tenemos que hacer los recados más tarde... sacar al perro... preparar la cena... preparar las cosas del día siguiente... Cualquier elemento que interfiera en la planificación cotidiana altera el resto de 'pantallitas', así que me he vuelto un poco obsesiva con el cumplimiento de lo planificado.

Aún así, el reto que más miedo me daba se ha resuelto con relativo éxito: ¡¡un mes combinando trabajo y teta!! NO ha sido fácil porque tenía mucho miedo de no lograrlo. Me asustaba venir de una lactancia a demanda completamente libre. Creo que muchas veces las mujeres somos así: si todo va bien, nos agobiamos pensando en que precisamente por ir tan bien el cambio será desastroso. No confié en la ventaja de haber tenido esta buena base como un cimiento sólido para la etapa siguiente (a pesar de que esto era lo que me repetían en el grupo de lactancia al que acudo una vez al mes). Me ha causado noches de insomnio desde que el peque tiene 2 meses... "Y si luego me echa de menos..." "Y si no quiere biberón..." "Y si llora buscando la teta..." "Y si no soporta estar sin su teta toda una mañana..."

Y resulta que el bebé de 6 meses que he dejado en casa al irme a trabajar no tenía nada que ver con el recién nacido que se enganchaba a mi teta casi a ciegas, como única vinculación con el mundo.

Ahora ha aceptado perfectamente su biberón (hasta lo mira y se pone contento, no lo ve como un competidor de la teta, sino como algo que le gusta). Su cuidadora le da una papilla de cereales hecha con mi leche, luego un bibe también de mi leche. Más adelante come algo de verdura y el resto de alimentos que vamos incorporando, y cuando yo llego... teta, mucha teta feliz y contento, y su fruta de la tarde. Los alimentos los incorporamos sin estrés ni agobio porque está la teta aún como elemento fundamental. Las noches la teta es la protagonista: a todas horas, para dormir, y para seguir dormido. Mama durante la noche y no nos despertamos ninguno. Tenemos una lactancia maravillosa y yo he sufrido gratuitamente por algo que no ha ocurrido.

Me saco leche en el trabajo, para mantener la producción y para llevarle su leche del día siguiente a mi pequeño. Esto no es fácil, lo reconozco. Voy a trabajar provista de una bolsa-nevera que simular contener la comida del día. Allí llevo mi sacaleches eléctrico y las botellitas para rellenar. Intento sacarme lo más tarde posible porque tengo un problema con la leche (la lipasa muy alta) y necesito escaldar la leche antes de refrigerarla, así que tengo que mantenerla a temperatura ambiente hasta llegar a casa (de ahí que intente que no esté muchas horas esperando).

Al haberme reducido 1/4 la jornada de trabajo, tengo que cumplir 5h y 40minutos. Eso quiere decir que no tengo derecho a los 20 minutos de descanso que tienen mis compañeros. Me han dicho que como no llego a 6h no tengo derecho. Es absurdo... Si lo pensáis... Si me reduzco 1/5 haría 6h (20 minutos más, que serian de descanso, así que me pagarían más por estar fisicamente allí pero sin trabajar,solo descansando). Es la ilógica del presentismo que tenemos en muchas oficinas.

Conclusión: no tengo descanso y me tengo que sacar la leche como si fuese una actividad 'fisiológica' más. Así me lo tomo: cuando las tetas están a reventar me voy al wc y trato de ocultar el sonido del sacaleches amortiguándolo con la bolsa-nevera. Me pongo algo nerviosa si alguna compañera frustrada golpetea en la puerta del baño porque considera excesivo el tiempo que llevo dentro. Pero aguanto. Con más o menos estrés consigo sacarme mi ración diaria y llevarla a casa, donde la escaldo nada más entrar por la puerta.

Hace poco tuve que asistir a unas jornadas formativas en una universidad y tuve que sacarme leche en el coche, en el parking, tapada con mi abrigo.

Estas cosas tan poco humanas y amables son las que te hacen pensar en lo alterada que está nuestra sociedad donde algo tan real y tan cotidiano se desarrolla con este matiz de 'anormalidad' o excentricidad.

Pero así somos, una sociedad donde la supervivencia (la maternidad no es otra cosa, es algo básico que nos ha tocado a todos de algún modo... como padres o como hijos) pasa a ser algo secundario y poco integrado en nuestro día a día. Un mundo civilizado donde hay que hacer coreografías extrañas para ser un ser humano y cumplir con una función básica de nuestra especie.

A pesar de todo estoy contenta. Lo hemos logrado, y esto me da fuerzas para seguir luchando por una lactancia prolongada, porque veo que es algo que me pide el cuerpo y que no nos trae más que ventajas a Pichuco y a mí. Ojalá podamos seguir así todo el tiempo que él quiera. A mí, verle coger mi pecho con su manita y llevárselo a la boca (ahora que ya es consciente de lo que supone) me llena más que ninguna otra cosa.

1 comentario:

  1. Qué bonito tu último párrafo! Hacemos cosas por ellos que nunca nos hubiéramos imaginado, verdad? Y aunque en sitios o sin medios en condiciones, nos da igual o nos importa menos por verles a ellos feliz o con su ración diaria, jejeje. La maternidad es dura pero lo más gratificante que existe.
    Y ves, mejor no preocuparse por cosas que pueden pasar pero no sabemos si pasarán...porque al final te preocupas más de la cuenta y en este caso innecesariamente. Un besito, me voy a dormir!!!

    ResponderEliminar